Ser dueño de nuestro negocio o un empleado de éste
Muchos empresarios caen en el error de terminar siendo empleados de su negocio y, lo que es peor aún, terminan siendo esclavos de éste.
Crean un negocio y poco a poco se van metiendo tanto en él, que el negocio termina dependiendo de la presencia del empresario, el cual no puede salirse o ausentarse por mucho tiempo, pues corre el riesgo de que el negocio deje de funcionar.
Lo que finalmente genera que el empresario termine siendo esclavo de su negocio, trabajando todos los días, a toda hora, sin tiempo libre para dedicárselo a su familia o para crear nuevos negocios.
Pudiendo incluso, terminar agobiado por su trabajo, lo que podría originar estrés, malas decisiones y, finalmente, el cierre del negocio.
Entonces la recomendación es que evitemos siendo empleados o esclavos de nuestros negocios.
Al iniciar un negocio, uno debe de hacer de todo, debe cumplir todas las funciones y trabajar las 24 horas del día.
Pero poco a poco debe ser capaz de diseñar un sistema de negocio que funcione eficientemente, y que no dependa de una sola persona, sino de un grupo de personas.
Para ello, uno debe también tener la capacidad para saber elegir al personal indicado, que sea experto en su área o función, y que se complemente con los demás integrantes del grupo.
Y luego, ser capaz de liderarlos y de delegarles autoridad, para que puedan tomar sus propias decisiones, y las hagan correctamente.
Y así, nosotros como dueños del negocio, podamos poco a poco ir limitando el número de nuestras funciones y el tiempo de permanencia o dedicación al negocio, sin sacrificar su crecimiento.
Hasta que llegue el día en que el negocio pueda funcionar eficientemente y crecer progresivamente, sin necesidad de que estemos presentes en él.
Teniendo tiempo libre para nosotros y para nuestra familia, y para crear nuevos negocios o buscar nuevas inversiones.